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Melatonina bajo la lupa: La ciencia apunta a formulaciones sinérgicas para dormir profundamente

  • Foto del escritor: Equipo La Galería M
    Equipo La Galería M
  • hace 3 horas
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A estas alturas del año, cuando las jornadas se intensifican, las responsabilidades se acumulan y el cierre académico y laboral se cruza con celebraciones y preocupaciones financieras, el cansancio pasa la cuenta. Noviembre y diciembre forman un cóctel que tensiona el sistema nervioso: más estrés, peor calidad de descanso y más síntomas de insomnio. Dormir bien se vuelve casi un lujo, justo cuando más lo necesitamos para mantener el ánimo y sostener la productividad.


Según datos de Clínica Somno, en Chile ocho de cada diez personas considera insuficiente su descanso y un 28% declara que nunca duerme bien. A ello se suma que, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Talca, la mitad de los chilenos duerme menos de siete horas diarias. El resultado: irritabilidad, ansiedad, menor productividad, inflamación, aumento de peso y deterioro del sistema inmune.


En medio de este escenario, la melatonina —el suplemento más popular para “dormir mejor”— vuelve a estar en el centro de la discusión. Una reciente investigación de la American Heart Association (AHA) encendió las alarmas: en un seguimiento de más de 130 mil personas con insomnio, quienes usaron melatonina por un año o más presentaron mayores tasas de diagnósticos y hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca que quienes no la usaban. Si bien los autores enfatizan que es un estudio observacional —no prueba causalidad— sí plantea una señal de precaución frente a su uso prolongado y sin supervisión.


A esto se suma un segundo fenómeno global: en la última década, el consumo de melatonina ha crecido entre dos y nueve veces en distintos países, especialmente entre niños y adolescentes. Paralelamente, aumentaron los reportes de efectos adversos como somnolencia diurna, desorientación, alteraciones del ánimo y consultas de urgencia por ingestas accidentales, según publicaciones de la revista científica JAMA Pediatrics y del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos.


Pedro Grez, creador del Método Grez y fundador de la primera línea chilena de suplementos de etiqueta limpia, lo resume así: “La gente piensa que la melatonina es natural y, por lo tanto, segura. Pero no se da cuenta de que, cuando la ingiere desde afuera, el cuerpo deja de producirla de forma adecuada”. Y advierte: “No deberíamos ‘obligar’ al cerebro a dormir; deberíamos darle las condiciones biológicas para que quiera dormir”.


Menos sedación, más nutrición


La evidencia coincide en algo clave: el insomnio contemporáneo no se debe a una carencia de melatonina, sino a un desajuste global del organismo. El estrés crónico, el exceso de pantallas, los horarios irregulares y, sobre todo, las deficiencias de micronutrientes esenciales son factores determinantes en la calidad del sueño.


Aquí se instala un punto crucial: el cuerpo no necesita un ingrediente aislado, sino los precursores y cofactores que permiten producir sus propias hormonas del sueño, relajar el sistema nervioso, manejar la inflamación y disminuir la hiperexcitación mental. Para lograrlo, intervienen procesos que dependen simultáneamente de magnesio, zinc, L-triptófano, vitaminas del grupo B y otros minerales clave.


Por eso, más que buscar un mineral por separado, la ciencia apunta a formulaciones sinérgicas capaces de activar estos mecanismos de manera coordinada. No es el magnesio solo —y menos en formas de baja absorción como el óxido— lo que mejora el descanso, sino la combinación correcta de micronutrientes que trabajan juntos para:


  • Relajar el sistema nervioso.

  • Reducir la ansiedad y la tensión muscular.

  • Favorecer la síntesis natural de serotonina y melatonina.

  • Mejorar la profundidad del sueño.

  • Disminuir migrañas, fatiga e inflamación asociadas al mal dormir.


Es cierto que el magnesio participa en más de 600 procesos biológicos relacionados con la calma y el descanso, pero su presencia en la dieta se ha reducido de manera sostenida. Entre un 10% y un 46% de la población presenta déficit, en gran medida porque las frutas y verduras actuales contienen menos minerales que hace 50 años. Eso explica por qué hoy resulta difícil cubrir todas las necesidades solo con alimentación.


De ahí que muchas personas recurran a suplementos. Pero es fundamental distinguir entre “quedarse dormido” y “descansar de verdad”. La melatonina puede ayudar a conciliar el sueño, pero no aborda el estrés, la inflamación, la tensión muscular ni los desequilibrios bioquímicos que impiden un descanso profundo.


La evidencia reciente ha impulsado una tendencia global: priorizar soluciones que restauren los ritmos biológicos, no que los fuercen. Y eso se logra con sistemas de micronutrientes que trabajan en conjunto, no con un ingrediente suelto.


En palabras de Grez: “Dormir bien no es un privilegio, es una necesidad biológica. Pero si queremos un sueño reparador, debemos darle al cuerpo lo que necesita, no engañarlo con atajos”.


Con fin de año tocando la puerta, la ecuación es clara: menos hormonas externas, más nutrición celular; menos dependencia química, más descanso profundo. Una estrategia simple y segura, justo cuando más lo necesitamos.


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