El abuso infantil es un tema que está sobre la mesa el última tiempo y en este relato la autora los aborda de una manera diferente. Ya adulta y a través de diversos hechos y momentos va despertando en su memoria la sensación cada vez más fuerte de que algo ocurrió. De a poco la idea toma forma y el lector acompaña a la protagonista en este proceso pero no como un voyerista sino como un observador empático.
Cuestionamientos, dudas y una profunda revisión de su vida van ocurriendo como al encontrar una llave frente a una puerta largamente cerrada. De esas que se abren lenta y con dificultad pero con dedicación. La autora y protagonista es María Luisa Ginesta quien comparte su testimonio.
Con profunda sinceridad muestra su evolución y la lleva al terreno literario donde se da la libertad de acompañarse de un personaje que llega desde el más allá a acompañarla en este camino como si fuera su propia voz interna que le muestra
El camino y la calma.
Acá no se encuentran hechos dramáticos asociados a historias de abuso, sino las zozobras naturales de las personas que en algún momento descubren que su mundo no era como creían.
En el caso de María Luisa la experiencia la llevó a un lugar mejor y sobre todo a ofrecerlo a otras mujeres a través de la creación de la Fundación Entretodas.