El hipotiroidismo muchas veces es asintomático, por lo que algunas pacientes recién se enteran cuando buscan ayuda para conseguir un embarazo, y se realizan los exámenes respectivos. Si ya se tiene conocimiento, lo que se hace es un chequeo previo mediante examen de sangre que mide la hormona tiroidea (conocida como tiroxina o T4), así como también los niveles de TSH (hormona estimulante tiroidea) en el suero sanguíneo, para comprobar que los niveles estén en regla y, si no es así, equilibrar la balanza.
“Las hormonas tiroideas son cruciales porque controlan cómo el cuerpo utiliza la energía, e inciden en cómo trabajan prácticamente todos los órganos, incluyendo el corazón. Cuando hay un exceso de éstas se produce el hipertiroidismo, mientras que una carencia se conoce como hipotiroidismo”, explica el doctor Rodrigo Carvajal, ginecólogo de IVI Santiago y experto en tratamientos de infertilidad.
El hipotiroidismo significa que la glándula tiroides está menos activa de lo normal, y en un embarazo puede ser difícil de diagnosticar porque muchos de sus síntomas se confunden con los propios de este estado, o bien con enfermedades como la depresión. El doctor Carvajal explica que “hay que poner especial atención ante síntomas como cansancio extremo, intolerancia al frío, estreñimiento grave, piel seca, rostro hinchado, calambres musculares, párpados caídos, problemas de memoria y síndrome del túnel carpiano, porque podríamos estar frente a un caso de hipotiroidismo en la embarazada, y hay que tomar cartas en el asunto rápidamente”.
En cuanto a las causas que producen el hipotiroidismo en el embarazo, la más común es la enfermedad de Hashimoto o tiroiditis crónica, que se produce cuando el sistema inmune produce anticuerpos que atacan la glándula tiroides, dando lugar a una inflamación y daños que dificultan la producción de hormonas tiroideas.
Según cifras de la última Encuesta Nacional de Salud, en Chile casi el 19% de la población presenta hipotiroidismo, siendo muy frecuente en mujeres de mediana edad. La enfermedad de Hashimoto es más común en personas con antecedentes familiares de enfermedad de la tiroides.
Incidencia del hipotiroidismo en el desarrollo del feto
En los primeros tres meses de embarazo, el bebé depende totalmente de la hormona tiroidea de la madre, la cual le llega a través de la placenta. Para la semana 12, la tiroides del bebé comienza a funcionar por sí sola. Sin embargo, aún no produce suficiente hormona tiroidea hasta las 18 o 20 semanas de embarazo.
Las hormonas tiroideas son muy importantes porque ayudan al desarrollo del cerebro y el sistema nervioso del bebé, y la carencia de éstas puede producir efectos dañinos en el feto, por ejemplo, un coeficiente intelectual bajo, así como problemas en el desarrollo normal de la guagua.
Pero no hay que asustarse, sino estar atentos y acudir al especialista en caso de presentar los síntomas, anteriormente descritos. Si posterior al examen de sangre hay signos de hipotiroidismo, la falta de hormona tiroidea se soluciona reemplazando la hormona que la tiroides no puede producir, la mayoría de los casos con Levotiroxina, medicamento que es igual a la T4; es seguro para el bebé y se utiliza hasta que pueda producir su propia hormona tiroidea.
Otros medicamentos para la tiroides contienen T3, otro tipo de hormona tiroidea, cuyo uso no se recomienda durante el embarazo pues es incapaz de ingresar al cerebro del bebé, como sí lo hace la T4.
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