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Columna: Padres que acompañan a crecer

Por Daniela Toro, psicóloga miembro del Centro Clínico del Ánimo y la Ansiedad.

Daniela Toro, sicóloga.

La mayoría de los padres anhelamos que nuestros hijos sean felices y logren el mayor bienestar posible. En este proceso de ser padres estamos condicionados por nuestras propias historias y experiencias, el estilo en que fuimos criados y también afectados por aprehensiones, temores y la propia personalidad.


Hay personas que creen que lograr el bienestar de sus hijos consiste en velar por ellos, inclusive, tomando decisiones que son de carácter personal, convencidos de que aquello es un intento de protección hacia ellos. Sin embargo, evitar que el hijo se equivoque, sufra y tenga alguna dificultad está disminuyendo el desarrollo de sus propias habilidades y por ende la seguridad en sí mismo.


Este errado intento suele darse en torno a una dinámica de sobre involucración. Por ejemplo, en decisiones como la carrera que estudian, el pololo /a que deben elegir, la forma correcta de vestir o cómo deben pensar en lo político, religioso u otros y las metas que deben tener.


Cuando los padres tratan de resolver los problemas de los hijos impidiendo que ellos lo hagan para que no se equivoquen, caigan y se levanten se está saltando las experiencias necesarias para desarrollar sus herramientas para transitar hacia la adultez.


Este estilo parental, empeñado en intentar evitar que los hijos cometan errores o se equivoquen, mantiene a los padres en constante alerta e incluso se angustian más que los propios hijos frente a las dificultades que deben enfrentar.


Sobre involucrarse en la crianza y perder de vista que el hijo es un ser diferente a los padres - un ser único con su propio camino- genera en ellos dificultad para crecer y transitar por un adecuado proceso de individualización.


Cuando aquello sucede, generamos confusión y entrampamiento y dificultad para que ellos puedan descubrir y comprender cuales son sus propias definiciones y límites.


Que nuestros hijos logren convertirse en adultos independientes y con una sana identidad, se facilita cuando los padres logran estar al lado de ellos y actuar de guías, acompañantes del proceso de crecer, con una distancia emocional adecuada que permite reconocer al niño como un otro con características particulares, donde el rol del padre es potenciarlo para que descubra su propia identidad, singularidades y habilidades.


Si actuamos como guías y acompañantes y entendemos que el rol protagónico es de nuestros hijos, facilitaremos que encuentren sus propios recursos para potenciar su desarrollo. Los padres damos las bases, con un ambiente estable y seguro, transmitiendo valores y estableciendo límites sobre los cuales nuestros hijos deben ir diseñando su propio camino.


En este camino, somos acompañantes guías y no protagonistas de la historia de nuestros hijos porque ellos tienen su propio guión de vida por descubrir y como padres debemos respetar que son seres únicos y darles impulso para volar.

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